Archive | April, 2013
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LOS PROTAGONISTAS DE VIEQUES

25 Apr

LOS PROTAGONISTAS DE VIEQUES

“Como yo lo viví”- Relato de la periodista Maritza Díaz Alcaide en su cobertura en Vieques

25 Apr

Imagen

La Marina se iba y se fue el 1 de mayo de 2003 y el hecho no hay duda de que fue tan histórico como la unidad que se vivió en Puerto Rico durante todo el proceso.

Por Maritza Díaz Alcaide / maritza.diaz@primerahora.com

¿Qué recuerdo de la salida de la Marina de Vieques, de los últimos  trece años de lucha intensa del pueblo de Puerto Rico por liberar a sus hermanos de la  Isla Nena de los efectos mortales del  bombardeo de la Armada?

Mucho.

Como reportera  fue mi corresponsalía de guerra.

El  día de los arrestos de los desobedientes civiles del 4 de mayo de 2000 recuerdo a un periodista español que no podía entender por qué lo asumíamos así. No estábamos ni el Golfo Pérsico, ni en ningún otro escenario parecido desde los que él había reportado.

Pero existía una realidad: la mía y la de Vieques que vivía su propia  guerra y  había decidido enfrentarla con la única arma que podía serle efectiva: la paz.

A 10 años de la salida de la Marina de Vieques también recuerdo el llanto contenido de un agente de la Fuerza de Choque frente a mí y mi propia resistencia por no involucrarme emocionalmente cuando arrestaban a las monjitas, a líderes religiosos, a Lolita Lebrón, a líderes del Partido Popular que recién se estrenaban en actividades de protesta, y  los independentistas que ya  marchaban con las manos  entrelazadas por esposas blancas.

La marcha de la Fuerza de Choque por un lado y de los desobedientes civiles por otra,  y los helicópteros que revoloteaban rumbo a los demás campamentos se cruzaban ante mis hijos como si se tratara de una película de Hollywood.

La tonada del “Yo quiero un pueblo que ría y que cante…”, de Danny Rivera,  no nos ayudaba ni a mí ni a la Policía en nuestro esfuerzo por no llorar.

Adentro, en la zona de tiro,  comenzaban a llevarse presos a otros puertorriqueños, a los desobedientes  que vivieron meses en campamentos rudimentarios,  a los que nosotros los periodistas visitábamos retando el fuerte oleaje del mar. Íbamos como en taxis acuáticos, junto a los valientes pescadores de Vieques.

Sí, esos mismos que por años habían entorpecido en alta mar las prácticas de la Marina más poderosa del mundo.

¿Miedo? Ninguno, aunque mi familia me recomendó que comprara un salvavidas y lo hice.

¿Qué más recuerdo?

A los jóvenes encapuchados que nunca tuvieron protagonismo, ni nadie los citó, aunque ellos fueron los  que rompieron  las verjas que permitieron la entrada a la zona de los bombardeos.

Me tocó cubrir a dos gobernadores que lucharon por Vieques: a Pedro Rosselló y a Sila M. Calderón.

Tuve el privilegio de ser testigo del orgullo del pueblo de Puerto Rico con  el “don’t push it” de Rosselló en pleno Congreso; de escuchar a un superintendente  –Pedro Toledo- diciendo que la Policía no colaboraría con ninguna detención de los desobedientes civiles y que Calderón, serena, le diera permiso a los populares para que violaran la ley del Navy. ¿Insólito, no?

La Marina se iba y se fue  el 1 de mayo de 2003 y el hecho no hay duda de que fue tan histórico como la unidad que se vivió en Puerto Rico durante todo el proceso hacia la salida definitiva de la Armada. Pocos resquebrajaron la unión de un pueblo y fue casi al final del proceso.

Ese día,  el 1 de mayo de 2003, el líder histórico de la lucha de Vieques, Ismael Guadalupe, no parecía  contento. No había compromiso de la entrega de las tierras ocupadas y eso a una persona tan comprometida como él con el futuro de su Isla Nena, lo atribulaba. Le dije: “Ismael, tú eres como Mandela, el éxito de  tu lucha lo lograste ver en vida”. Sonrió.

Del 1 de mayo de 2003 tengo otra imagen, la del fuego provocado por el incendio de unos vehículos que había dejado la Marina abandonados en  los terrenos ya liberados.

Era de noche, al fondo se veía el fuego y ya habían tumbado la verja de la entrada principal que separó a los viequenses de las que también eran sus tierras por 60 años.  Me agache y tomé un pedazo de aquella verja.

Lo tengo guardado, como muchos guardaron en Berlín los restos del Muro.

Es mi tesoro.

Otros periodistas en el “campo de batalla”

“Vieques retó a un pueblo a reconocer un reclamo legítimo para una mejor vida y el llamado resonó en el antiguo campo de tiro donde documenté, junto a otros colegas periodistas y fotógrafos, los actos de desobediencia civil, los arrestos de los manifestantes y el traspaso de los terrenos”.

Francisco Rodríguez-Burns – Periodista

“Con apenas tres años de experiencia como fotoperiodista, siendo un  “rookie” y “outsider”,  para mí fue un privilegio  poder documentar una de las historias más importantes y más emocionantes del país. Además, fue una experiencia de cómo lidiar con la angustia, tensión, coraje físico y especialmente emocional para poder seguir documentando con objetividad”

Andre Kang – Fotoperiodista

“Cuando me enviaron a cubrir la muerte de David Sanes el 19 de abril de 1999 no imaginaba la magnitud de lo que acontecería más adelante. Sin duda, ha sido la cobertura más significativa de mi carrera. La espera previa a que se produjeran los arrestos fue de días y noches largas repletos de incertidumbre, tensión y ansiedad. Dormí varias noches con las botas puestas para estar lista para cuando llegaran los militares. La madrugada del 4 de mayo del 2000, la emoción era fuerte. Comencé a retratar con un nudo en la garganta, sobre todo cuando los religiosos cantaban mientras los arrestaban. Estar en primera fila como testigo de la historia del país es la mejor recompensa de nuestro trabajo.

Vanessa Serra – Fotoperiodista

“¡¡¡Ciudadanos  bombardeados!!! La agresión y el horror al que eran sometidos los habitantes de Vieques se pusieron ante mi cámara, mi corazón y mi conciencia. La oportunidad de poder conocer, valorar y transmitir al mundo la valentía de un grupo de hombres y mujeres que, desafiando a la Marina de Guerra de Estados Unidos, respondían a los bombardeos  con una lucha pacífica, histórica y  memorable para Puerto Rico, la  llevaré siempre conmigo  como uno de los momentos más emocionantes y gratificantes de mi carrera profesional”

Luis Alcalá del Olmo – Fotoperiodista

 

http://www.primerahora.com/noticias/puerto-rico/nota/comoyolovivi-relatodelaperiodistamaritzadiazalcaideensucoberturaenvieques-914876/

Video

Vieques: Una lucha inconclusa

25 Apr

vieques-tierra130423

http://www.bumbia.com/primerahora/viequesunaluchainconclusa-146619.html

19 de abril de 1999: Una bomba de la Marina de Estados Unidos lanzada por error mata al instante al viequense David Sanes y deja otras cuatro personas heridas. El bombazo, además, detona el coraje y la frustración de un pueblo que por más de 60 años aguantó que la Isla Nena se usara para experimentos y prácticas militares.

Mayo de 1999: Un grupo de puertorriqueños reta a la poderosa Armada traspasando los perímetros impuestos y se instalan allí para reclamar las tierras. Contra todo lo esperado, se cuaja un movimiento inmenso de desobediencia civil que cruzó nuestros mares.

1 de mayo de 2003: Después de cientos de arrestos de desobedientes civiles, denuncias internacionales y con aliados que incluyó políticos, artistas, líderes cívicos, religiosos y gente de pueblo, finalmente la Marina se retira de la Isla Nena. Su salida dejó dos legados: 20,000 cuerdas de terrenos contaminados, y la esperanza de una mejor vida para el pueblo viequense y sus hermanos de la Isla Grande.
Sin embargo, al cumplirse una década desde esa monumental lucha, tan comparable a la de David contra Goliat, muchos de los problemas de los viequenses siguen ahí. En pleno siglo 21, el sentido de abandono que los arropó por tanto tiempo continúa. Los servicios médicos son escasos y deficientes. La incidencia de cáncer se percibe aún como más alta a la del resto de la Isla. Las carreteras están en mal estado. Los problemas con la transportación marítima y aérea hacia y desde la Isla Grande no acaban. Hay estadounidenses quedándose con los negocios. Los terrenos que eran controlados por la Marina se mantienen bajo estricta jurisdicción del gobierno federal y los procesos de limpieza son altamente cuestionables.
En 10 años es poco lo que ha cambiado.
Por qué no se han alcanzado las metas y aspiraciones que había, la contestación es complicada.

Robert Rabin, quien dirige el Museo Fortín Conde de Mirasol, aseguró que no hay quien fiscalice y acelere la descontaminación de los terrenos. Y al gobierno no se le puede delegar esa tarea. “La historia no lo permite. Hay que usarlos (a los políticos), hay que presionarlos, hay que exigir que hagan su trabajo… Pero hay que trabajar más que nada en las comunidades educando, movilizando, organizando”, y todo eso se dejó de hacer”, expresó.
José “Che” Paraliticci, dirigente de Todo Puerto Rico con Vieques, agregó que la descontaminación “tiene que ser de tierra y agua”.

“El mar está lleno de bombas y artefactos. Ellos tienen que limpiar todo eso y el gobierno aquí no le puede dar la espalda más”, afirmó.

Para Nilda Medina, activista y directora de un proyecto para crear pequeños negocios, la isla se debe usar como un laboratorio para experimentar métodos seguros de limpieza con la ayuda de expertos internacionales.

Carmen Valencia, quien lleva 10 años coordinando con médicos que vayan voluntariamente a la isla municipio, enfatizó que los servicios de salud también se descuidaron por falta de incentivos. Dijo que además se deben promover agresivamente cursos y adiestramientos útiles que sirvan para proyectos de autogestión.

Juan Camacho, quien coordinaba la entrada de desobedientes civiles desde la Isla Grande, entiende que se dejó caer la presión en la figura del presidente y ahora es clave el cabildeo ante Barack Obama para que haya un cambio.

Paraliticci también criticó severamente que la administración de Aníbal Acevedo Vilá eliminara la Oficina del Comisionado Especial de Vieques y Culebra, creada en el 2004 por su antecesora Sila M. Calderón. Urgió a que se recupere ese cargo con el mismo poder de ley para ir ante el Congreso y el gobierno puertorriqueño.

Otro problema que ha impedido el avance es que no hay una generación joven que tome el batón y continúe con los esfuerzos. Tampoco hay un proceso de enseñanza sobre lo que significó la lucha.

El maestro retirado Ismael Guadalupe reconoció: “nos hemos perdido en el camino… esencialmente por la falta de educación a los niños que ahora tienen 10 años o menos y quizás no saben que en Vieques detonaban bombas”.

Medina denunció por otro lado que los comercios y las residencias han pasado a manos estadounidenses de manera fraudulenta ya que construyen o funcionan sin tener los permisos.
“Abren de la noche a la mañana – y me consta- porque tienen los recursos económicos y no hay quien fiscalice”, afirmó.

Así que el próximo 1 de mayo cuando se cumplen oficialmente los 10 años de la salida de la Marina, muchos viequenses tendrán sentimientos encontrados como Aleida Encarnación, esposa del pescador Carlos Zenón, quien siente que fue un triunfo “inconcluso”.

“Vieques está en metástasis”, señaló.
Y mientras muchos difieren sobre cómo se deben realizar los actos de recordación y quién debe o no estar presente, Camacho dijo que de todos modos se trata de un triunfo que se tiene que recordar.
“Estamos en tiempo, lo que no se ha conseguido se puede seguir… Precisamente para eso es la celebración; los pueblos tienen que celebrar sus victorias porque si no, pierden las esperanzas”.

http://www.primerahora.com/noticias/puerto-rico/nota/viequesunaluchainconclusa-914879/

Video

US-French Combined Exercice. (Dec. 1985). VIEQUES (Puerto-Rico) and tour

24 Apr

Subido el 08/05/2011
The US Marines detachment UNITAS XXVI / WATC. 85 and the French 33. Regiment d’Infanterie de Marine, based in Martinique, organised a combined exercice on Vieques Island , december 1985, with the USS Saginaw and the French Navy ship Francis Garnier. And the French soldiers got 2 days leave to visit San Juan before their return to Fort-de-France. This short movie was made with a small Super 8 camera and Kodachrome film.

Video

Desangrándose por la ‘Āina: Rewriting History in Vieques, Puerto Rico and Kaho’olawe, Hawai’i

24 Apr

Por: Olivia Sanchez

Publicado el 07/05/2011
This study documents how since 1980 Viequenses and Hawaiians have demonstrated a heightened solidarity in opposition to U.S. military bombing practices on Vieques, Puerto Rico, and Kaho’olawe, Hawai’i. Using personal testimonies collected from Viequenses and Hawaiians since 2009, as well as archival research, the study highlights the the ways in which resistance among these island nations was manifested against increased U.S. imperialism and heightened globalization during the second half of the twentieth century. Although the populations that inhabit these islands are geographically distanced and linguistically unique, the study shows that Viequense and Hawaiian solidarity challenges historical North American representations regarding newly acquired island populations and the indigenous concept of sacred land. In sum, the study gives a comparative overview of how Vieques and Kaho’olawe both came to be used as islands for bombing practice by the U.S. Navy. It reviews historical and political movements, as well as events and issues, and highlights themes such as attitudes of suffering and solidarity, ethnicity, intellectual and academic leadership, fallen leaders, and symbols of resistance.

Vieques 10 Years Later

22 Apr

From: David Swanson [mailto:davidcnswanson@gmail.com]
Sent: Monday, April 22, 2013 3:35 PM
To: David Swanson
Subject: Vieques 10 Years Later

Here’s a press release you can modify and send to press:

Vieques Marks 10 Years Since Closing Bombing Range

For Immediate Release, April 22, 2012

<http://rootsaction.orghttp://rootsaction.org

RootsAction contacts: David Swanson <mailto:david@davidswanson.org>
david@davidswanson.org 202-329-7847. <tel:202-329-7847>

Additional contacts: Helen Jaccard, Veterans For Peace, Chair, Environmental
Cost of War and Militarism Working Group, <mailto:Helen.Jaccard@gmail.com>
Helen.Jaccard@gmail.com <mailto:206-992-6364206-992-6364; Kathy Gannett,
Vieques Vive, La Lucha Continua, <mailto:kbg00765@gmail.com>
kbg00765@gmail.com 787-565-2717; Carmen Valencia, Alianza de Mujeres
Viequenses, 787-444-9351.

May 1st is the 10th anniversary of the closing of the U.S. Navy bombing
range in Vieques, Puerto Rico. For six decades prior to 2003, approximately
one trillion pounds of explosives were dropped on Vieques by the U.S.
military, NATO, and other military allies in practice exercises.

After decades of protest and a campaign of non-violent civil resistance that
began in 1999 and included the arrests of over 1,500 people, the Navy was
forced to close the bombing range on May 1, 2003. Peace-loving people had
defeated the most powerful military force in history without firing a single
shot.

Presidential candidate Barack Obama wrote to the Governor of Puerto Rico in
2008: “We will closely monitor the health of the people of Vieques and
promote appropriate remedies to health conditions caused by military
activities conducted by the U.S. Navy on Vieques.”

But that promise remains unfulfilled. The Navy’s presence and the
environmental disaster it created continue to afflict Vieques. The arsenic,
lead, mercury, cadmium, and aluminum in the bombs are also found in hair
samples of 80% of the people living on Vieques, who suffer at far higher
rates than on the main island from cancer (30% higher than Puerto Rico),
cirrhosis of the liver, kidney failure, hypertension (381%), diabetes (41%),
birth defects, stillbirths, and miscarriages.

A broad coalition of organizations in Vieques, in the rest of Puerto Rico,
and in the United States has formed to petition the Pentagon, Congress, and
the President, gathering signatures online,
http://act.rootsaction.org/p/dia/action/public/?action_KEY=7743 , and
advancing demands for:

“Health Care — Provide a modern hospital with cancer treatment facilities,
early screening and timely treatment for all diseases. Create a research
facility to determine the relationship between military toxins and health.
Provide just compensation to people suffering poor health as a result of the
Navy’s activities.

“Cleanup — Fund a complete, rapid cleanup of the land and surrounding
waters, still littered by thousands of bombs, grenades, napalm, Agent
Orange, depleted uranium and other explosives left by the Navy. Cease the
ongoing open detonation of unexploded ordnance. Guarantee community
participation in the cleanup; train Viequenses as managers, administrators,
and scientists, and foster Viequense companies to do the work.

“Sustainable Development — Support the Master Plan for Sustainable
Development of Vieques which promotes agriculture, fishing, eco-tourism,
small guest houses, housing, collective transportation, archaeology, and
historic and environmental research, among other things.

“Demilitarization and Return of the Land — Close the remaining military
installations still occupying 200 acres of Vieques. Return to the people of
Vieques all land still under the control of the U.S. Navy and the federal
government.”

RootsAction.org is an online initiative dedicated to galvanizing Americans
who are committed to economic fairness, equal rights, civil liberties,
environmental protection — and defunding endless wars.
http://rootsaction.org

David Swanson’s books include “War Is A Lie <http://warisalie.org/> .” He
blogs at http://davidswanson.org <http://davidswanson.org/> and
http://warisacrime.org <http://warisacrime.org/> and works for
http://rootsaction.org <http://rootsaction.org/> . He hosts Talk Nation
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What the fuck!

22 Apr

What the fuck!

Inicio » 80gradosColumnasPortada

POR   | 19 DE ABRIL DE 2013 | 1:30 AM – 6 COMMENTS

Allora & Calzadilla

“What the fuck! This is the guy from Miami Vice!” Edward James Olmos abrió un ojo. Estaba rodeado de media docena de marines.

“Sir, sir.”

Eddie abrió el otro ojo y se incorporó.

“Are you really the guy from Miami Vice?”, insistió uno.

La siguiente pregunta era lógica.

“What the fuck are you doing here?”

Ahí Eddie soltó el rollo tal y como había sido instruido. Directo y al grano.

“Sí, soy Edward James Olmos y estoy aquí en solidaridad con el pueblo de Vieques. Quiero que la Marina de Guerra de Estados Unidos pare el bombardeo y abandone la isla lo antes posible.”

¿Sabía usted que estaba en medio de un lugar peligroso? -Sí.

¿Que era un campo minado? -Sí.

¿Que estaba en un área de tiro de maniobras con bala viva? -Sí.

¿Sabía que había entrado ilegalmente a ese lugar? -Sí.

¿Sabía que sería arrestado? -Sí.

¿Estaba solo? No. Debían buscar a Robert Kennedy, Jr. y a Dennis Rivera. Y no estaba seguro si Draco Rosa había logrado llegar también al área de tiro porque venía en otra lancha.

Draco había tenido que regresar a La Esperanza furioso y bajo protesta. Bobby y Dennis ya habían sido arrestados.

Olmos era pues, el último de los mohicanos. Estaba tan rendido de un viaje de más de 20 horas en avión para convertirse en desobediente civil en Vieques que se había quedado dormido junto a un tanque de guerra que la Marina utilizaba como blanco de tiro.

La incredulidad de los marines no fue tan grande como para no pedirle el autógrafo y retratarse con él antes de arrestarlo. Gringos. Hollywood. Such is life.

***

La historia a continuación es real. Parece un episodio de serie de televisión con sus partes jocosas, pero no lo es. Es historia.

Al conmemorar diez años de la salida de la Marina de Vieques, quiero rendir tributo con este capítulo a los que sin tener que solidarizarse con nosotros, lo hicieron. A la solidaridad de gente como Robert Kennedy, Jr., el reverendo Jesse Jackson, su esposa Jackie Jackson, el reverendo Al Sharpton, los artistas Edward James Olmos y Robi Draco Rosa, los congresistas Nydia Velázquez y Luis Gutiérrez, la entonces senadora Hillary Clinton, los legisladores de Nueva York  José Rivera, Roberto Ramírez, Adolfo Carrión y Adam Clayton Powel III, entre otros.

Escogí este episodio porque fue uno de los más dramáticos. Permítanme contarles cómo se dio la desobediencia civil de Bobby, Eddie, Dennis y Draco.

***

Ana Martinez/Reuters 4/28/01

El viernes, 27 de abril de 2001, llegaron  juntos  al aeropuerto internacional de Puerto Rico el abogado ambientalista Robert Kennedy, Jr., hijo del líder demócrata Robert F. Kennedy asesinado en la campaña electoral de 1968, sobrino del senador Ted Kennedy y del expresidente de Estados Unidos John F. Kennedy; Edward James Olmos, actor de ascendencia mexicana y activista de derechos civiles; y Dennis Rivera, boricua, sindicalista y activista político, estratega de los operativos para internacionalizar la lucha de Vieques con el apoyo moral y económico de la unión que presidía, la Local 1199 de Nueva York, afiliada a la Unión Internacional de Empleados de Servicios (SEIU). Venían en una misión.

El propósito era llevarlos al área de tiro de la Marina en Vieques para servir de escudo humano a las prácticas con bala viva, detener las maniobras y lograr la atención de la prensa internacional.

Yo estaba a cargo de esa misión. Éramos muchos los bailarines de una coreografía sincronizada, pero reconozco sin ánimo de presunción que me tocó el privilegio de dirigirla. El baile incluía desde las uniones de Puerto Rico afiliadas a SEIU –el Sindicato Puertorriqueño de Trabajadores y la Unión General de Trabajadores-  en el área de movilización y apoyo, nuestra flota marina bajo la comandancia del viejo lobo de mar Carlos “Taso” Zenón y nuestra inteligencia militar en la zona de tiro bajo el comandante Juan Camacho, hasta el capellán ateo Robert Rabin que cuidaba de nuestra alma, fieles siempre a los mandamientos de los viequenses primero. Zenón, Camacho y Rabin eran el Alto Mando. Cada cual tenía su tropa. Todo estaba listo.

En la mía éramos Graciela Rodríguez Martinó, Roberto “Tito” Otero, Carlos Méndez, Tania Maisner, Kay Anderson en Nueva York, y yo. Éramos el equipo técnico. Los encargados de mover el mambo y entregar “el paquete”. En el lugar exacto, a la hora exacta y con la actitud exacta. Nos tocaba la comunicación y la coordinación con el Alto Mando. Éramos responsables de que el operativo corriera como reloj suizo. Sobre todo, de los detalles y el control de daños. Ah… y de la prensa, en y fuera del récord. Si todo salía bien, la gloria era de todos. Si algo salía mal, la mierda era nuestra. Éramos los fixers. Escribiéndolo me siento como Olivia Pope.

Por una de estas causalidades de la vida, Robi Draco Rosa, el cantautor máscabrón del país en esos momentos, venía en el mismo avión, lo que hizo pensar a algunos periodistas que era el elemento sorpresa del operativo y a nosotros soñar con que eso fuera cierto.

Tras una conferencia de prensa en el aeropuerto y antes de volar a Vieques, nos fuimos a almorzar a El Pescador en la Placita de Mercado en Santurce. ¿Adivinen quién tuvo la misma idea? Draco y su hermana Angie. Comenzamos a salivar. Dennis y yo nos miramos con un “¿tú crees que…?”. Pero Graciela y Tito fueron más rápidos. Entrenados en la huelga del 81 en la UPR no pedían permiso. Cuando vinimos a ver, Tito tenía a Angie y a Robi almorzando con nosotros y ya lo había convencido de que se uniera al operativo. Tito se las echa de todo lo que le dijo ese día, pero a juzgar por lo poco que tardó en convencerlo, me inclino más por la versión que me favorece a mí. Ja. Angie me confesó esa noche que fue love at first sightporque yo me parecía a una tía de ellos. De Ponce, por supuesto. Sufre, Tito.

Draco y Angie no podían volar con nosotros a Vieques, a las  tres de la tarde, como previsto. Podían a las seis. No problema. El operativo estaba pautado para antes de la madrugada.

Teníamos dos avionetas pequeñas esperándonos en el aeropuerto. En una, nos fuimos Graciela y yo con los tres mosqueteros a las tres como pautado. Tito, Carlos y Tania se quedarían esperando a D’Artagnan y su hermana para volar en la otra a las seis.

Llegamos a Vieques y los agentes sindicales aparecieron por todos lados en T-shirts y gorras de brillantes colores violeta y amarillo con las siglas de su unión. Me separé del grupo para avisarle al Alto Mando que “el paquete” había llegado. Nos seguían las miradas y las sonrisas, el saludo tímido de algunos, el de boca de jarro y abrazo apretado de otros. Muchos viequenses me conocían desde hacía 22 años. No les extrañaba nada. Todo lo contrario, sabían muy bien lo que venía sin que se los dijéramos.

Los agentes sindicales nos llevaron en varios vehículos a un hostal paradisiaco en las montañas al estilo James Bond. Tomaron caminos diferentes y dieron varias vueltas para que no nos siguieran los periodistas. Embuste #1 porque los periodistas eran parte del mambo. Pero no queríamos que se formara un party tan temprano. Kennedy, Rivera y Olmos debían descansar. Especialmente Eddie que había hecho un viaje maratónico desde Argentina donde participó en una actividad con las Madres de Mayo.

El lugar era sencillamente de ensueño. Un puesto de observación natural desde una montaña que miraba el mar, con servicios e instalaciones de un paraíso. Era nuestro en su totalidad gracias a las gestiones de Tania que se encargó de desaparecer hasta los dueños.

Ofrecí un briefing  con los detalles de todo el ejercicio que nos aguardaba. Lo que iba a pasar minuto a minuto a partir de entonces. Lo que debían llevar, lo que dejarían con nosotros. Quién los llevaría, por dónde y a dónde. Les mostré un mapa. El plan era llegar al mismo centro del polígono de tiro entrando por Bahía Salinas en una lancha rápida que los dejaría a su suerte y regresaría al muelle de los pescadores en La Esperanza. Una segunda lancha los escoltaría para servir de señuelo y entretener las embarcaciones de la Marina mientras se completaba el operativo.

Les expliqué cómo debían tirarse de la lancha sin pensarlo dos veces cuando el capitán acercara la lancha a la orilla y diera la orden. En ese momento, muy posiblemente ya habrían lanchas de la Marina persiguiéndolos y el capitán tendría que ser muy diestro y rápido para esquivarlos y regresar a puerto sin que lo capturaran.

Les indiqué hacia dónde dirigirse. De frente, siempre de frente, y rápido. Después de la arena encontrarían vegetación, baja pero incómoda, algún artefacto en el suelo con el que podían tropezar. Iban a entrar con oscuridad o penumbra. Debían separarse en algún momento y esconderse para que tardaran en encontrarlos.

Ese era uno de los peligros. Aunque todo estaba predicado en que los detectarían desde que salían del muelle de La Esperanza, la idea era estar bajo el radar hasta acercarse lo más posible a Bahía Salinas, un viaje de cerca de una hora por mar. Si estarían disparando y cuándo detendrían las maniobras, eso era una de las circunstancias fuera de nuestro control. No podíamos saber el itinerario de tiro ni cuánto tardarían en detectar su presencia por más obvio que lo hiciéramos.

La otra situación era que había sectores del polígono con minas enterradas. Los viequenses habían entrado muchas veces por el mismo lugar y no habían volado en cantos, por lo que estimábamos que la ruta en que los pondríamos era segura. Pero era mi deber advertirles.

Mucha gente aún no entiende que la desobediencia civil en Vieques entrando al polígono de tiro era realmente un riesgo a la vida. Muchos piensan que era un ejercicio divertido. No lo era. Nunca lo fue. Tanto por mar como por tierra las posibilidades de perecer eran reales.

Al menos uno debía subir a Monte David, al puesto de observación (OP) donde dos años antes, el 19 de abril de 1999, habían matado de un tiro de práctica errado a David Sanes Rodríguez; muerte que desató la última batalla del pueblo viequense para sacar de su isla a la Marina de Guerra de Estados Unidos -la batalla de abril de 1999 hasta mayo del 2003.

Les expliqué cómo los arrestarían. Lo que les preguntarían y lo que debían decir al ser arrestados.

Discutimos todos los escenarios. Los riesgos. Los peligros. La posibilidad de que se lesionaran, de que los maltrataran si se daban con unos brutos, de que naufragaran si les jodían la lancha. Pregunté sobre medicamentos que debían llevar consigo si alguno y lo que debía llevarles yo a la cárcel federal. Era fin de semana. Estarían presos hasta el lunes cuando les pondrían fianza.

En fin, repasamos el drill completo. Contesté sus preguntas. Entonces di órdenes de retirarse y descansar –sin celulares- hasta que yo personalmente, nadie más, los llamara. Embuste #2. Estaban rendidos, si no los dejaba ir a descansar se me amotinaban.

Chequeé primero personalmente todas las habitaciones para asegurarme de que todo estuviera en orden y no hubiese sorpresas del enemigo. Embuste #3, pero suena sexy, ¿no?

Graciela y yo teníamos culillo. Así que nos fuimos al Honor Bar y rompimos el protocolo de ley seca. Un solo palito. Poco después de las siete vimos que se acercaban dos Jeeps en los que llegó Tito con su entourage. No estaban tan cansados como los que dormían ya a pata tendida, así que nos dedicamos a conocernos mejor. Nos quedaban unas horas de espera.

De pronto sonó mi teléfono. Era el Comandante Zenón. Había problemas. Tenía que bajar a encontrarlo inmediatamente. Sola.

Salí rauda y veloz y dejé a Tito a cargo. Embustes #4 y #5.  Tania lo tenía todo bajo control, Tito se quedó dando lata con Draco y yo no bajé sola ni pa’ Dios. Me fui con Graciela y con Carlitos porque es grande y fuerte. Por si acaso.

Los agentes sindicales nos habían dejado un Jeep con las llaves sobre la goma trasera antes de marcharse. Yo sabía a dónde ir y no nos perdimos. Llegamos a la guarida de Zenón justo cuando acababa de ‘jampearse’ la última arepa con pescado frito de la noche.

Había que abortar el operativo hasta nuevo aviso. Teníamos un soplón. Embuste #6. No hacía falta. Éramos demasiado obvios. Esa era la idea para asegurarnos de que paraban las maniobras. Pero los gringos habían reaccionado desproporcionadamente. El comandante Camacho había informado que nos estaban esperando con una flota muy superior a la anticipada.  Con to’ los hierros. Balsas de alta velocidad, armas largas. Había un ejército en el agua esperándonos. Camacho siempre tenía agentes en la zona de guerra que se comunicaban por radio. Esos sí que eran valientes, mi pana. Se comunicaban y se movían para que nunca los capturaran. Arriesgaban el cuero sin preguntas en medio de las maniobras.

Taso no quería poner en mayor peligro la vida y seguridad de los mosqueteros. Bastaba con que iban a ser tirados, literalmente y en penumbra, en un campo minado donde desde buques de guerra la Marina más poderosa del mundo estaría disparando con balas vivas. Bastaba con que para llegar debían esquivar las veloces embarcaciones de soldados adiestrados para la guerra, sin chocar con ninguna ni permitir que los chocaran y mucho menos que los capturaran.

Íbamos al Plan B. Lo haríamos a plena luz del día. Ahora eran dos lanchas las que tendrían que acercarse a tierra porque en una segunda iría Draco Rosa que no cabría en la primera. Y Tito, nuestro fixer voluntario dentro del perímetro.

Desarticulé el convoy que estaba listo para subir a buscarnos y lo puse on call. Regresamos al hostal del cielo pasada la media noche. Y ahí fue que me gradué. Los desperté a todos para comunicarles el cambio de planes. Graciela no podía creer lo que estaba haciendo y nunca me ha dejado olvidarlo. Cada vez que cuenta la historia lo primero que suelta es: “Los despertó para decirles que podían seguir durmiendo. Brillante”.

Admisión de culpa. Pero pensándolo bien, ¿y si Olmos se despertaba de madrugada y creía que había pasado otra cosa? Algo así como que lo habían dejado como parte de una conspiración. Le podía entrar la perse y el tipo era de Miami Vice. No podía arriesgarme, ¿no?

Al amanecer desperté al equipo de trabajo y me miraron mal cuando les dije que era para repasar el ejercicio. No me perdonaban la interrupción del sueño. Me comuniqué con el comandante Zenón. “Cuando te avise, sal corriendo”. Llamé el convoy mientras Tania se encargaba de que los mosqueteros fueran debidamente alimentados, hicieran pipi y caca, y estuvieran listos.

Me impacienté. Llamé a Taso. Estaba esperando que la Marina pensara que habíamos abortado todo el operativo y se descuidara reduciendo su flota.

Poco después de las nueve llamó el Comandante. “Bájalos ahora”. Y empezó la acción. El convoy llegó al muelle de los pescadores en La Esperanza en tiempo récord. Abordaron las lanchas: dos lanchas veloces en manos de un par de pescadores enmascarados cada una. Yo sabía quiénes eran los capitanes. Los había cargado a caballito, frase que usaba mi padre para significar que conocía a alguien desde niño. Sabía por qué tenían que evitar ser reconocidos. Tenían varias detenciones en sus costillas. Una más y les confiscarían las lanchas con las que se ganaban el sustento, los meterían a una celda y tirarían la llave.

Bobby, Eddie y Dennis iban en una de las lanchas. Draco, Tito, un periodista del Daily News de Nueva York en representación de la prensa internacional y un camarógrafo puertorriqueño, iban en la otra.

Graciela estaba a cargo de la Prensa y había tratado de sacar otra lancha con más periodistas como testigos oculares. Pero ninguno se atrevió excepto aquel camarógrafo con cojones bien puestos – Miguel. No sé si todavía está en el medio donde trabajaba, así que no digo su apellido por si acaso.

Yo me pasé. Me dio tanto coraje con los periodistas que alegaban tener prohibido entrar al área de tiro que le salí de atrás pa’ lante a uno cuando me espetó un “es que tú no entiendes”.

“Tienes razón. No entiendo. Yo vengo de la época en que los periodistas no pedíamos permiso”.

Se ofendió un poquito. Me perdonó esa porque ahora somos cuates.

Creía que Graciela me fulminaría por ponerme a pelear con los periodistas. Pero no. En el departamento de respuestas mordaces siempre me gana. A un fotoperiodista le espetó sin miramientos:

“Para lo que estás haciendo aquí te puedes ir a San Juan y usar una foto de archivo”.

Robi no estaba contento. No entendía que la primera lancha no aguantaba más peso. Tito, con su acostumbrada paciencia, le explicó que teníamos que ser más rápidos que las lanchas de la Marina. El peso era importante.

Todo esto pasó bien rápido. Taso daba las últimas órdenes a Yabureibo y a Carlitos – perdón, a los enmascarados. El viejo lobo no se conformaba con quedarse en tierra. Años atrás, él y Toñín Medina habían maniobrado las lanchas en los operativos más peligrosos. Pero ya sus ojos no eran los mismos.

Zarparon y empezó lo más difícil: la espera. Se me aguaron los ojos porque de todos los que estábamos allí, solo Taso y yo sabíamos lo que venía ahora. Nos miramos y nos sentamos en el muelle a esperar.

Yo sabía que al pasar la puntita frente al cayo los perderíamos de vista. Taso había dado órdenes de que nadie los siguiera. Menos gente en peligro, más espacio para maniobrar.

En mi mente fui pasando frente al balneario de Sombé, Media Luna, la entrada a la bahía fosforecente, el faro, El Limón, Punta Conejo.  Y otros puntos cuyos nombres no recuerdo. Porque allí cada cantito de tierra, cada cayo y hasta cada ola tiene su nombre para los pescadores. Verían el Cerro Matías y habrían llegado a Bahía Salinas. Había recorrido aquella costa muchas veces. Imaginé la llegada a la playa Salinas. La lancha acercándose lo más posible a tierra y ellos saltando al agua. Sabía lo que sentirían en ese momento porque 22 años antes yo lo había sentido varias veces. En una de esas me atraparon, de hecho.

Tenían entonces que separarse, correr, subir a Monte David  y esconderse. Ya la Marina sabría que estaban en el área de tiro. Pararían el bombardeo. Mientras más tardaran en encontrarlos más tiempo se detenían las maniobras. En el juicio en el tribunal  par de meses después, el teniente comandante Russel Gottfried testificó que las detuvimos por dos horas y media ese día.

Mientras tanto, allá arriba se había complicado el panorama. Una docena de embarcaciones ligeras de la Marina armadas hasta los dientes enfrentaron las dos de los pescadores que llevaban nuestra carga humana armada solo con su coraje.

Los muchachos maniobraron para al menos abrirle paso a una de ellas. Esas eran las órdenes de Zenón: “Por lo menos uno de ustedes tiene que terminar la misión”.

Estaban en desventaja, pero los nuestros conocían mejor aquellas aguas y eran mejores pilotos que los marinos de ocasión que eran los soldados. Eso ya lo habían probado una y otra vez. Los nuestros sabían qué hacer. Yabureibo se abrió paso mientras Carlitos lo protegía cortándole el paso a los marinos y provocándolos para encojonarlos y que lo siguieran a él.

Cogió un arpón y se lo entregó a Tito.

“¡Si se acercan mucho le revientas la balsa!”.

A Tito, el pacifista del grupo. ¡Por Dios! Eso no iba a pasar. Tito estaba mudo y tieso. Nunca le habían apuntado de tan cerca con armas largas. Podía ver el rotito del cañón apuntándole al mismo centro de la cabeza como en las películas.

Carlitos siguió haciendo de las suyas con los marines. Cuando vió que Yabu se podía abrir paso y completar la misión, dio un viraje y los marinos se le fueron detrás. Querían capturar al que más los jodía. Testosterona pura.

“¿Por qué viras? ¡No vires! ¡Sigue!”, le gritaba Draco a Carlitos.

“Tengo cinco detenciones… una más y  me encierran y tiran la llave”, le respondió el enmascarado.

“Y te haces héroe y montan tu retrato en todas las casas de Vieques. ¡Sigue, damn it!”

“No. Que me sigan ellos a mí y que Yabu llegue”

“No. Tírate al agua si quieres… Yo sigo con la lancha. Tírate. Yo sigo. ¡Yo soy un guerrero, carajo!”

Draco pedía lo imposible. Un pescador no le entrega su lancha a nadie y menos para que se la confisquen. Draco podía reponerla económicamente, claro está. Pero para un pescador, perder su lancha es perder el honor.

Yo no supe nada de esa odisea hasta que Tito me la contó, por supuesto. Mientras eso ocurría mis ojos estaban pegados al saliente donde los perdí de vista. Tan ensimismada estaba que la gritería me tomó por sorpresa. Se acercaba volando sobre las olas un pescador que había visto cuando los interceptaron y vino a avisarnos.

Otros pescadores brincaron literalmente a sus lanchas, prendieron, soltaron y partieron sin encomendarse a nadie. Iban a buscar a sus compañeros.

Entonces los vi.  Era una de las lanchas nuestras a toda velocidad perseguida de una, dos tres balsas de marines.  Pero ya la habían perdido. La lancha del pescador había entrado a territorio viequense. Los pescadores que salieron los acabaron de convencer de que viraran y se fueran pa’l carajo: su barco. La lancha nuestra se acercaba a gran velocidad. Taso la identificó enseguida. Era la que llevaba a Draco. Dio un brinco y agitó el puño en el aire.

“¡La primera pasó! ¡Ya están adentro!”

La segunda lancha regresó con un Draco furioso y frustrado y un Tito jincho y mudo. La furia de Robi era real. Repetía todo el tiempo: “Denme otra lancha. Yo vuelvo solo. Yo soy un guerrero”.

A mí me partió el corazón. Sabía lo que estaba sintiendo, pero no podíamos hacer otra cosa. Solamente se calmó cuando llegamos al campamento frente a Camp García. Allí estaba Danny Rivera. Graciela habló con Danny, que hasta ese momento no tenía planes de ingresar a la zona prohibida ese día pero decidió que entraba con Draco. Eso le costó un mes en la cárcel federal y Graciela todavía se siente culpable.

Ese día fue glorioso. Mientras por mar entraban Bobby, Dennis y Olmos, por tierra entraban Draco, Danny, Tito, el alcalde de Carolina José Aponte, el congresista Luis Gutiérrez, las senadoras Velda González y Norma Burgos, entre otros.

En el mar, la batalla la ganamos. Yabo llegó a toda velocidad a la orilla de Salinas.

“¡Tírense! ¡Ahora!”, ordenó. Bobby, Eddie y Dennis obedecieron prestos. Llegaron a la orilla, se separaron y embalaron a correr. Yabo regresó al muelle de pescadores con una lancha más liviana burlándose de las balsas grises que trataban de capturarlo. Cuando lo vimos entrar con la lancha vacía empezamos a brincar y a abrazarnos entre lágrimas.

A Dennis lo encontraron primero. Después a Bobby. Olmos echó un sueñito antes de que lo encontraran a la sombra de un tanque de guerra.

Lo demás lo relataron los periódicos. El lunes pagamos la fianza. Un par de meses después los enjuiciaron. A Draco y a Tito les echaron unos cuantos días. A Olmos le echaron 20. A Bobby y a Dennis un mes completo. Se jodieron porque les tocó el juez federal Héctor Laffitte y estaba bieeeen molesto. Quiso lucirse frente a los abogados de Bobby y Dennis: el exgobernador de Nueva York Mario Cuomo y Benito Romano, primer puertorriqueño en alcanzar el cargo de Secretario de Justicia de Nueva York.

Mientras estuvieron presos la desobediencia continuó en todo su apogeo y las adhesiones internacionales también. Hasta Hillary Clinton vino a verlos y a declarar públicamente en suelo boricua que favorecía la salida de la Marina de Vieques.

Entonces ganamos. Ganar se siente bien chévere en el alma. Y hace olvidar todas las peripecias, los malos ratos, las lágrimas, el dolor, el cansancio, las pérdidas. Ganamos. Lloramos nuestros muertos. Pero ganamos. What the fuck!

*Foto de portada: Vieques 1979, por Ricardo Alcaraz Díaz.

Vinculados al narcotráfico los asesinatos en Vieques

22 Apr

Se han producido cuatro muertes en la isla municipio

Dos jóvenes murieron a tiros el viernes frente al negocio Che Reyes. (archivo)

Por Javier Colón Dávila /javier.colon@gfrmedia.com

La Policía vincula cuatro de los cinco asesinatos ocurridos este año en la isla municipio de Vieques a una guerra que libran bandos criminales de los sectores Monte Santo y Villa Borinquen, donde presuntamente opera la pandilla de narcos Los Morochos.

Este medio supo, a través de personas vinculadas a la investigación del doble asesinato ocurrido el viernes en la tarde, que la pesquisa está “muy bien encaminada”. No obstante, no se anticipaban arrestos ayer.

Adalberto José Pérez Martínez, de 19 años, y su acompañante, Antonio E. Santana Meléndez, de 16, perdieron la vida el pasado viernes al ser atacados a tiros frente al negocio Che Reyes, ubicado en la calle 65 de Infantería de la isla municipio.

Un menor de 15 años fue detenido en la escena cuando sacaba de los bolsillos de Santana Meléndez siete piedras de cocaína, seis sobres de la misma droga y dos bolsas de marihuana.

Agentes de Homicidios de Fajardo se encontraban ayer en Vieques investigando y entrevistando testigos.

Este medio también supo que la desaparición de Edgar D. Martínez Burgos, de 18 años, pudiera está directamente ligada a la guerra de narcotraficantes en Vieques. El joven es vecino del barrio Santa María, en la Isla Nena, y su paradero se desconoce desde el 1 de abril.

El derramamiento de sangre en Vieques comenzó este año, el 24 de enero, con el asesinato de Juan Reyes Rivera, de 38 años. Reyes Rivera, quien tenía antecedentes criminales por narcotráfico y era el presunto dueño de un punto de drogas en Villa Borinquen, fue acribillado durante un incidente en que resultó herido Manuel Pérez Pérez, de 22 años.

De acuerdo con la pesquisa policiaca, ambos viajaban en una motora por la calle Flamboyán, cerca del malecón, cuando fueron atacados a tiros por sicarios a bordo de un vehículo. Pérez Pérez resultó herido en el pecho.

Recelo viequense con visita oficialal

22 Apr

Líderes de la Isla Nena exigen acción a la brevedad

Aspecto de la reunión de ayer en el Fuerte Conde de Mirasol, en Vieques. (Fotos / mariel.mejia@gfrmedia.com)

Por Rebecca Banuchi /rebecca.banuchi@gfrmedia.com

Vieques – A casi 10 años de la salida de la Marina de Guerra de Estados Unidos, la atención pública vuelve a posarse sobre esta isla municipio, y sus residentes exigieron ayer domingo acción inmediata para atender la grave crisis socioeconómica, de salud y ambiental en la que se encuentra sumergida.

Los jefes de siete agencias públicas, encabezados por la secretaria de la Gobernación, Ingrid Vila, junto con el comisionado residente en Washington D. C., Pedro Pierluisi, y el congresista demócrata Alan Grayson, se trasladaron durante la tarde de ayer al Fuerte Conde de Mirasol de Vieques para conocer directamente las inquietudes y reclamos de los residentes de esta isla municipio, que por seis décadas fue utilizada por la Marina estadounidense para sus prácticas bélicas.

Aunque se expresaron agradecidos por la presencia de los funcionarios, los vecinos de Vieques que acudieron a la actividad tomaron con recelo cada una de sus promesas ante la larga lista de planes que les han presentado en la última década, y que no han visto materializarse.

“¿Qué van a hacer? ¿Van a venir dentro de 10 años más o van a venir constantemente con un plan de trabajo que podamos desarrollar? A veces, desconfiamos porque nos prometen y no nos cumplen”, dijo Nilda Medina, quien dirige una organización que fomenta la creación de microempresas en el municipio.

Medina planteó que actualmente la mayoría de los negocios en Vieques están en manos de estadounidenses, no solo porque traen mayor capital, sino porque también cuentan con destrezas que los capacitan más para las actividades empresariales.

“La presencia militar tronchó nuestro desarrollo y la habilidad de hacer negocios”, subrayó Medina, quien fue una de las tres líderes comunitarias que tuvo oportunidad de exponer por cinco minutos las inquietudes de los viequenses.

Tras la intervención del trío de dirigentes comunitarias, otros ciudadanos tuvieron oportunidad de comunicar sus preocupaciones, e incluso hacer preguntas a los funcionarios, entre otras cosas, sobre planes de seguridad y la limpieza de los terrenos, pero en ningún momento se permitió a los jefes de agencia, a Pierluisi ni a Grayson responderlas.

Vila indicó que se llevaría cada uno de los planteamientos “para atenderlos con la urgencia que ameritan”. Anticipó que, a partir de mañana y en las semanas subsiguientes, los jefes de agencia acudirán de manera individual o en grupos pequeños para reunirse por más tiempo con los viequenses, e incluso celebrarán un foro durante todo un día para tener oportunidad posteriormente de desarrollar un plan en consenso con las comunidades.

Grayson, representante en el Congreso del área de la Florida central, fue el primero que se dirigió al público, y de entrada, expuso la cercana relación que tiene esa zona con Puerto Rico por el gran número de boricuas que residen allí.

El congresista afirmó que el Gobierno de Estados Unidos tiene que responsabilizarse por los efectos provocados por la presencia de la Marina en tierras viequenses, y dijo que contrario a lo que ocurre en esta isla municipio, el Gobierno federal sí ha procurado el desarrollo de la isla japonesa de Okinawa, donde también se ubicaba una base militar.

“Vieques es una cuestión de vida o muerte. No de la izquierda o la derecha, no de demócratas o republicanos, no es de economía ni de gobierno, es una cuestión de vida o muerte”, enfatizó arrancando aplausos de los presentes.

Pierluisi resaltó que Grayson pertenece a la Comisión de Ciencia, Espacio y Tecnología, organismo legislativo que fiscaliza la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR, en inglés), que concluyó en un informe presentado el mes pasado que no encontró vínculo alguno entre las maniobras de la Marina de Guerra en Vieques y los altos índices de enfermedades crónicas que aquejan a su población.

Afirmó que, desde allí, el congresista puede servir como una herramienta útil para darles seguimiento a los reclamos ciudadanos, y continuar presionando al Gobierno federal para que culmine pronto la limpieza y asuma otras obligaciones con la isla municipio.

Pierluisi dijo, además, que solicitó junto a otros congresistas que el próximo presupuesto federal incluya, al menos, $40 millones para los trabajos de limpieza, y anticipó que en los próximos meses presentará un proyecto de ley para evaluar la viabilidad de traspasar al Gobierno estatal algunas tierras supuestamente no contaminadas que actualmente están en manos del Servicio federal de Pesca y Vida Silvestre.

Una vida imposible de olvidar

20 Apr
Familiares recuerdan a David Sanes a 14 años de su partida

Norma Torres Sanes y Miguel Torres Sanes, primos hermanos de David Sanes Rodríguez, conviven con la memoria de esa muerte que cambió la historia de Vieques. (CARLOS.GIUSTI@GFRMEDIA.COM)

Por Yaritza Santiago Caraballo /yaritza.santiago@gfrmedia.com

Vieques – Fue un hombre que dejó huellas difíciles de borrar: humildad, alegría, dedicación al trabajo y enfoque en llevar una vida sencilla.

A 14 años de su muerte, así es recordado David Sanes Rodríguez, el viequense de 35 años, quien el 19 de abril de 1999 murió a causa de una bomba que cayó cerca de un punto de observación que operaba la Marina de Estados Unidos en la isla.

Hoy, familiares de este guardia militar, especialmente sus dos primos hermanos Norma Torres Sanes y Miguel Torres Sanes, conviven con la memoria de esta muerte que dio paso a una lucha de pueblo nunca antes vista que culminó con la salida de la Marina.

Sentada en un pequeño sofá en su casa situada en el barrio Santa María, Norma, de 66 años, no vaciló en contar que la muerte de su primo fue “una crónica de una muerte anunciada” pues los grupos opuestos a la presencia de la Marina en Vieques habían advertido por años que las prácticas bélicas con armas vivas causarían una tragedia en Vieques.

Ese fatal presentimiento se hizo realidad aquel 19 de abril. Mientras Sanes Rodríguez prestaba vigilancia en el puesto de observación en la punta este de la Isla Nena su área fue impactada, “por error,” por misiles disparados desde aviones F-18. Sanes Rodríguez murió y cuatro personas más resultaron heridas.

Norma dijo que nunca pensó que una muerte como esta les tocaría de cerca.

“Yo me entero de la muerte de David cuando mi esposo Ismael (Guadalupe) llega a casa y me informa que pasó algo en los terrenos de la base, algo importante y trágico pues había mucho movimiento frente a los portones de la base. Me dijo que iba a ver qué había pasado y que después me informaba”, contó la mujer.

“Cuando él regresó en la noche me dijo que David había muerto. El impacto fue terrible no solo por el parentesco o por lo unida que hemos sido la familia, es que siempre hubo un presentimiento de que algo así podía ocurrir. Lamentablemente nos tocó de cerca”, recordó.

A Miguel, de 70 años, la muerte de Sanes Rodríguez también le impactó mientras vivía en Estados Unidos.

“Fue algo fuerte, bien profundo. Yo estaba en casa cuando sonó el teléfono y una amistad nos dice que hubo un accidente por una bomba y que hubo un muerto y heridos. Cuando dijeron el nombre de David Sanes fue un impacto fuerte. Lloré”, expuso el hombre, quien aún lamenta no haber podido asistir al funeral de su primo.

Para esta pareja de hermanos, la bomba militar acabó con la vida de un buen hombre, sano, lleno de vida y que tenía planes de casarse. “Era gente buena, dentro de las limitaciones siempre sonreía. Llevaba una vida sencilla”, sostuvo el hombre.

Esta muerte afectó a toda la familia, tanto así que la madre del guardia militar fallecido, Epifania Rodríguez, murió dos años más tarde, también un 19 de abril. El padre de David murió poco tiempo después.

La muerte de Sanes Rodríguez no solo estremeció a esta familia, sino a la Isla completa, generando una lucha de pueblo que logró detener los bombardeos el primero de mayo de 2003.

“Con la muerte de mi primo, el pueblo se dio cuenta que ya había que hacer algo”, sostuvo Norma, quien en su lucha contra la presencia de la Marina formó el grupo de mujeres “Las 31” para hacer desobediencia civil dentro del área restringida. Aquellas mujeres fueron arrestadas por los marinos y multadas.

Lo que se ganó

¿Qué se ganó con esta lucha?, se le preguntó a la prima de Sanes.

“Un poco de tranquilidad, de paz. Ya no hay bombazos, no tenemos balas en nuestros patios. No se estremecen nuestras casas. No tenemos el temor de que vuelva a suceder otro David”, sostuvo la mujer, quien entiende que la Marina aún no se ha ido de Vieques pues, según ella, el Gobierno federal aún tiene el control de algunas tierras viequenses.

Igualmente, a su juicio, se ha hecho poco en Vieques tras el cese de los bombardeos, pues persiste el daño ambiental y salubrista, y tampoco se ha generado un desarrollo socioeconómico.

¿Cree que la muerte de David fue en vano?, le cuestionó El Nuevo Día.

“No, porque logramos acabar el bombardeo que tanto daño nos hizo, pero queda mucha lucha por dar todavía”, sostuvo la mujer.